domingo, 17 de julio de 2011

EL REINO DE DIOS EN MEDIO DE NOSOTROS

El cáncer se ha convertido en una enfermedad mucho mas frecuente y cada día escuchamos de nuevas formas de esta enfermedad y los que tratan de prevenirla en sus diversas formas, nos dicen que es necesario llevar un estilo de vida sano y procurar que nuestro sistema inmunológico esté siempre activo, ya que han encontrado que casi todas las personas tenemos células cancerígenas en nuestro organismo, pero al disponer de un sistema inmunológico activo, el mismo organismo se encarga de neutralizar el crecimiento de esas células malignas; pero, cuando el sistema inmunológico está deprimido por cualquier motivo, estas células atacan al organismo y se desarrollan de tal manera que hace necesaria una fuerte intervención externa por medio de radiaciones y químicos de alto poder radiactivo, operaciones para extirpar tumores, todo lo cual lleva a que se eliminen también células y partes de órganos que estaban en buen estado. Como resultado de esto el paciente vive en condiciones bastante difíciles que ponen a prueba cualquier resistencia humana y por eso muchos hacen la pregunta: ¿Por qué Dios permite eso?

También en la sociedad hay células malignas que van absorbiendo su entorno, difundiendo el mal y creando situaciones de injusticia, de opresión: legisladores que crean leyes que favorecen a los poderosos a costa de los débiles de la sociedad; empresarios que abusan de sus empleados; corruptos que a través de malas acciones se apoderan de bienes de la sociedad y de personas sin posibilidad de defensa. Ante esta situación surgen otras personas que consideran que esta situación debe resolverse radicalmente y de manera violenta, con lo que terminan haciendo un daño tan grande que resulta peor el remedio que la enfermedad, como lo hemos estado viviendo en nuestro país con tantos años de violencia. Y he aquí nuevamente la pregunta: ¿donde está Dios?

De la misma manera existe en nuestro espíritu células malignas que se manifiestan en pensamientos y apetitos que nos engañan y nos llevan a realizar acciones con las que hacemos daño a los demás y a la creación. Hay entonces aquellos que se consideran puros y piensan que hay que desaparecer a todo el que actúa mal, lo que llevaría a tener que acabar con toda la humanidad. Y nuevamente preguntamos: ¿por qué Dios permite que hagamos el mal?

El texto del Evangelio que escuchamos este domingo 17 de julio nos ayuda a entender todo esto, cuando escuchamos la explicación de Jesús acerca de las parábolas, que no son sino imágenes de la realidad, a través de las cuales nos habla Dios. En la parábola de la cizaña, son los obreros los que preguntan por qué está la cizaña si se supone que se sembró semilla buena, desconociendo que la cizaña fue sembrada por un enemigo, aprovechando que ellos estaban dormidos, de la misma manera que las células malignas del cáncer crecen cuando el sistema inmunológico esta deprimido (dormido); entonces, no es Dios quien introduce el mal, porque El siembra semillas buenas y encarga a los obreros de cuidarla, pero si estos se duermen, el enemigo vendrá y sembrará la cizaña. Dios permite que esa cizaña crezca junto a la buena semilla, porque sabe que no se puede derrotar el mal a fuerza del mal, sino estimulando a la buena semilla para que dé abundante fruto, porque al final sus ángeles distinguirán por el fruto quienes han sido buenas semillas y quienes han sido cizaña; o sea, al mal se lo derrota a fuerza de hacer el bien y esa es la tarea de los obreros, de los encargados de cuidar la semilla: estar siempre despiertos para vigilar que el enemigo no nos engañe sembrando el mal y si aún así esto ocurre, centrar nuestras energías en que las semillas buenas den fruto abundante; este es el sentido de la semilla de mostaza que crece día a día hasta hacerse grande y cobijar a las aves del cielo. Ese es el Reino de Dios que le da cabida a la vida en oposición a la muerte y que está ya en medio de nosotros por quien es El Camino, La Verdad y La Vida. Esa es la tarea de todos los cristianos: ser como esa levadura que se desaparece en medio de la masa, pero la transforma y le transmite lo que ella misma es; todos los cristianos debemos ser fermento de la sociedad de tal manera que seamos manifestación de la presencia de Cristo y hagamos de la sociedad una verdadera epifanía de Cristo Salvador y así podremos todos reconocer la presencia del Reino de Dios en medio de nosotros.

Estemos vigilantes ante las células malignas de nuestra sociedad y de nuestro espíritu. No nos dejemos engañar por el enemigo y reconozcamos por su fruto la buena semilla. Una sociedad que promueve leyes injustas como es el libre comercio sin control, que permite que los grandes capitales impongan las condiciones de compra y venta no es justa y termina generando violencia, porque ella misma es violenta con los débiles. Sembremos el sentido de justicia basada en el amor y así construiremos una sociedad mas justa, mas cercana al Reino de Dios.

miércoles, 2 de junio de 2010

Pueblo pequeño, infierno grande

Pueblo pequeño, infierno grande. Este refran popular en mi época de infancia, era utilizado para expresar el sufrimiento que implicaba vivir en un pueblo pequeño, donde casi todos eran conocidos y por tanto, cualquier cosa que hicieramos, en pocos minutos era conocido por todo el pueblo; pero también, implicaba un riesgo enorme y era el de los efectos de los falsos rumores: con mucha frecuencia ocurría que sin saber de donde, surgía un rumor sobre alguien, que se iba propagando de boca en boca como fuego en un pastizal y no en pocas oportunidades terminaba ese rumor creando enfrentamientos entre personas y familias, que llegaban hasta generar enemistades a muerte, porque el afectado no dudaba también en responsabilizar a aquel de quien consideraba, que lo detestaba de tal manera, que era la única persona capaz de elaborar un comentario que dañara su reputación y siempre tuve la impresión de que los verdaderos responsables de los rumores se divertían viendo el poder de destrucción de sus palabras. Era un juego que aprendían desde pequeños, viendo cómo los mayores del grupo de amigos, se divertían llevando y trayendo mensajes ("fulano me dijo de tí esto...") que eran falsos, con el único placer de indisponerlos hasta el punto de ponerlos a pelear a los puños y así tener un entretenimiento gratis para él, pero costoso para las víctimas de tan macabro juego.
Durante mucho tiempo pensé que esa época ya había pasado, porque al crecer estos pueblos y convertirse en ciudades, el antiguo deporte de jugar con la reputación de los demás había perdido su importancia y eso me alegraba mucho, porque pensaba que estabamos entrando en una etapa de la civilización mas avanzada, pero lamentablemente he estado muy equivocado, porque lo que ha ocurrido es que esos mismos demonios que armaban peleas entre los pre-adolescentes, que generaban enemistades entre los adultos y que generaban guerras entre las familias, separaciones de parejas, disoluciones de matrimonios, siguen vivos y con mayor fuerza, porque ahora están tecnificados.
Con el auge de internet, ahora se habla de la aldea global y al observar lo que ocurre en este medio de internet, me doy cuenta que el término aldea, es lo mas apropiado, porque una aldea es un pueblo pequeño y el refrán sigue vigente, con la diferencia que ahora ya no hablamos de un pueblo pequeño, sino de una aldea global que es un infierno global. Ahora sabemos lo que ocurre en cualquier lugar del mundo en cuestión de segundos, gracias a los que andan en internet como los vagos de los pueblos de antaño, escuchando al pie de las ventanas, asomándose por las rendijas de las puertas y metiendo las narices en todo lugar, para luego decorar la información recibida, agregándole los elementos que conviertan esa información en un objeto morboso de placer en la boca de todo aquel que la repite como quien recita una poesía o canta una canción que lo lleva al éxtasis. Pero también hay quienes se han dado cuenta del poder de las palabras que se transmiten por internet y generan rumores que producen enfrentamientos entre personas, desprestigio de instituciones y de empresas y hasta el peligro de crear situaciones de pánico en grupos sociales y quiebras de empresas. Lo triste de todo esto es ver cómo personas adultas, a las que consideramos maduras, se dejan convertir en instrumentos de esos demonios de la aldea global, para convertirla en un infierno grande y tan pronto reciben esos mensajes cargados de veneno, se apresuran a reenviarlos a toda su lista de contactos, sin detenerse a reflexionar si lo que acaba de recibir es o no cierto; a estas personas yo les recomendaría tener en cuenta esa historia de los tres filtros que copio a continuación:

Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:
- “¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...”
Sócrates lo interrumpió diciendo: -“¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo que me vas a decir?
-“¿Los Tres Filtros...?”
-“Sí” - replicó Sócrates. El primer filtro es la VERDAD. –“¿Ya examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?”
-“No... lo oí decir a unos vecinos...”
-“Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD: ¿Lo que me quieres decir es por lo menos bueno?”
-“No, en realidad no... al contrario...”
-“¡Ah!” - interrumpió Sócrates.- “Entonces vamos a la último Filtro. ¿Es NECESARIO que me cuentes eso?”
- “Para ser sincero, no.... Necesario no es.”
- “Entonces -sonrió el sabio- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario... sepultémoslo en el olvido...”
¿Tienes algo que decir a otra persona?. Recuerda pasarlo por la VERDAD, la BONDAD y la NECESIDAD antes de decirlo.

Lamentablemente internet se ha convertido en la plaza de esa aldea global, donde los rumores pasan de boca en boca y unos a otros dicen con esa seguridad: "es cierto, porque lo leí en internet". Ojalá que todos aplicáramos los tres filtros a todo lo que recibimos, antes de reenviarlo a nuestra lista de contactos; solo así, podriamos exorcisar esos demonios que nos llenan los buzones de basura indeseable y mal oliente.

jueves, 4 de marzo de 2010

Iniciando tareas

Hace mucho tiempo, en mis pensamientos ha estado rondando la idea de tener un espacio para compartir mis inquietudes sobre lo que observo día a día, desde el pequeño observatorio en el que vivo. Con esta publicación, no tengo pretensiones diferentes a las de soltar al aire mis pensamientos y escuchar lo que otros piensan, teniendo siempre presente el respeto a las personas en primer lugar y a las ideas que surgen de ellas en segundo lugar.
Soy un creyente cristiano católico, al que por la Gracia de Dios se le ha concedido el don de ser ordenado diácono permanente en la Arquidiócesis de Bogotá. Esta condición marca mi forma de ver y juzgar la historia de mi vida y a los hechos que me rodean cada día; y movido por el deseo de ser cada día mejor cristiano, pretendo profundizar cada día en la búsqueda de la verdad, porque estoy seguro de que conocer la verdad es conocer a Cristo.
En mi vida profesional, soy Ingeniero Electrónico y he trabajado toda mi vida profesional desarrollando e implementando soluciones de telecomunicaciones para empresas, en redes empresariales y soluciones de centros de contacto. He tenido la fortuna de trabajar con productos tecnológicos de alta calidad y renombre, como los fabricados por la ahora desaparecida Nortel, que ha sido absorbida por Avaya.
No es extraño que alguien acostumbrado a vivir en un medio excesivamente racional, haya escuchado el llamado de Dios; puesto que, en la tecnología no se inventa nada, sino que se descubren las leyes físicas creadas por Dios, las cuales se usan para darles una aplicación práctica; por tanto, al profundizar en la ciencia, es muy lógico encontrar a Dios. (Al respecto recomiendo la lectura del libro "¿Cómo habla Dios?", escrito por el Dr. Francis S. Collins, lider del Proyecto Genoma Humano y ganador del premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica). Otra cosa es la de escuchar el llamado de Dios, para trabajar en el anuncio del mensaje de salvación, que verdaderamente libera al ser humano de las esclavitudes e injusticias, que cada día parecen crecer mas en el mundo; el atender ese llamado, solamente lo debo a la Gracia Divina, que puso sus ojos en este pequeño, a pesar de todas sus limitaciones y lo ha escogido para anunciar la buena nueva, a través del servicio y la caridad.
Habiendo definido las motivaciones que me han llevado a iniciar este blog, doy por terminada mi introducción, pidiéndole a Dios que bendiga a todo el que lea estas notas y que ellas contribuyan con un granito de arena, en la construcción de un mundo mejor donde reine la justicia, la paz y la caridad.